Me dejo llevar mecida en la ternura de sus ruegos, y así camino descalza sobre el linóleo frío al tacto de mis pies desnudos.
Está esperando en la ventana a que le abra; y sin tardanza lo hago. Esperanzada, anhelando que me estreche entre sus brazos y que se cumplan las promesas que su boca hizo: entregarme el manto de la noche, regalarme la mirada de la luna. Hacerme como él, un ser eterno.
Y me envuelve con su cuerpo. Y me acoge en su regazo. Y así, enterrando sus labios en el hueco de mi cuello, me hace suya.
Y se lleva la esencia de mi cuerpo. Y me roba la vida de las venas convirtiendo mi carne en cascarón vacío.
Entonces hiere su blancura inmaculada y su sangre, oscura y brillante, brota por la boca de la herida hacia mí, que espero ansiosa la oportunidad que se me brinda. Y le hago mío. Y me llevo la esencia de su cuerpo. Y le robo la vida de las venas. Una vida que no puedo robar, porque soy yo quien le pertenece. Por siempre. Ya que eternamente seré suya.
1 comentario:
Creo que vivo con uno de tu especie, porque me hace suya cada noche y me ha dicho que será así hasta la eternidad, jejejeje.
Un besito
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