Te instalaste poco a poco
y desde que entraste en mi vida
me duermo todas las noches pegada a tu cuerpo.
Escucho tu respiración
y doy gracias por todo lo que me has enseñado
a lograr por mí misma.
Miro tus manos de hombre tierno, amoroso
y sobretodo respetuoso,
esas manos que, si alguna vez tropiezo y caigo,
no me ayudaran a levantarme,
sino que me enseñarán
a hacerlo por mí misma.
Gracias por demostrarme cuanto valgo.
Te quiero amor.